Buscar un nuevo trabajo siempre es un desafío, pero hacerlo después de los 50 años puede parecer una misión imposible. Los estereotipos que superar son varios: “Hay muchos jóvenes dispuestos a trabajar por un salario inferior al de un senior”, “en un mundo cada vez más digital, para los mayores de 50 es difícil mantenerse al día”, “a los 50 aprender una nueva forma de trabajar es más complejo”. Así, la ilusión inicial por una nueva aventura da paso paulatinamente a la ansiedad.
Las personas que han llegado a esta encrucijada se preguntan cómo seguir siendo competitivas. Es un temor evidente a nivel colectivo, como se desprende del Informe Global Skills Report 2022. No obstante, hay que aclarar que no existe un ‘apocalipsis de las competencias’ a la vuelta de la esquina. El necesario desarrollo de nuevas habilidades a lo largo de una carrera es algo que se remonta al siglo XX, cuando comenzó la automatización de las líneas de producción.
Sin embargo, cambiar de trabajo después de los 50 años es un evento para el que no estamos psicológicamente preparados. Las convicciones, la formación, la propia sociedad han contribuido a formar personas convencidas de que realizarse significa estar ´tranquilas´ en su puesto, seguras de que ya nada puede cambiar. Por el contrario, prepararse para esta eventualidad es el primer paso para adaptarse con éxito a nuestra época.
La característica fundamental a monitorear para abordar el mercado laboral después de los 50 años es la empleabilidad, término utilizado para indicar el conjunto de conocimientos y habilidades necesarias para buscar, o atraer trabajo, y para ser atractivos en un determinado sector, puesto o mercado. Es algo que no depende de factores externos, sino que puede (y debe) estar bajo nuestro control. Ser atractivos y empleables significa:
- Haber desarrollado y madurado competencias sólidas definidas como ‘innegociables’ e imprescindibles para poder desempeñar el puesto de trabajo específico al que se postula y que no pueden adquirirse en el breve período de prueba. Habilidades que el mercado laboral y el sector de interés requieren en este momento y las soft skills derivadas de la experiencia.
- Enfocarse en las características deseables a tener cuando se está en una fase de transición y cambio.
- Saber transferir competencias de un sector a otro y mostrarlo como un rasgo distintivo de la propia persona.
- Practicar el aprendizaje continuo, para entrenar hoy las habilidades que el mercado laboral requerirá mañana (con la capacidad, por lo tanto, de predecir cuáles serán); sin embargo, no hay que perseguir cada actualización tecnológica, sino desarrollar una mentalidad digital.
- Aprender a contar el propio valor a través del storytelling, o más bien saber comunicar valores y visión: todo el mundo es una marca personal que busca clientes potenciales.
- Transformarse en la mejor solución al problema del contratador, a través del estudio del sector, el contexto y la realidad concreta a la que se postula.
Desde un punto de vista práctico, sin duda la mejor manera de encontrar trabajo a los 50 es a través de contactos personales. No se trata de recomendaciones o mecanismos que no premian el mérito, sino del resultado de una carrera llena de experiencias y networking. En el mundo digital, LinkedIn se convierte así en una herramienta clave para identificar y cultivar relaciones con quien toma las decisiones en las empresas objetivo, siendo una estrategia ganadora a cualquier edad.
Sin perjuicio de algunas áreas y tareas que, por diversas razones (físicas, contables o fiscales), constituyen una barrera de entrada para los mayores de 50 años, es probable que aquellos que detecten particulares dificultades para encontrar el camino de regreso no hayan invertido lo suficiente en desarrollar su personalidad. De hecho, a esas edades, las personas deberían haber alcanzado el justo equilibrio entre humildad y autoestima para no sentir la constante necesidad de demostrar su valor; lo cual alivia la presión, otorga estabilidad y serenidad, también gracias a la consecución de un work-life balance que los hace emocionalmente conscientes y lúcidos.
“¿Cómo soy?” y “¿qué puedo hacer?” son las preguntas que cualquiera que pretenda volver al campo de juego después de los 50 años debe poder responder con gran detalle. Después de realizar este identikit de las cualidades personales, se puede pasar a un análisis igualmente preciso del mercado laboral y los perfiles profesionales más demandados. Identificar y aislar las oportunidades adecuadas a nuestro perfil permite concentrar y optimizar los esfuerzos, incluyendo la construcción de un CV hecho a medida del puesto al que se postula.
Otro aspecto clave que debe considerarse después de cierta edad es la capacidad de ‘rendir sin un propósito’. Todos sabemos que tener una meta es fundamental para encontrar la motivación y aprovecharla al máximo, pero con el paso de los años, y con muchas de las metas ya alcanzadas, necesitamos encontrar la motivación dentro de nosotros mismos, sin necesidad de un objetivo externo. Vivir al máximo de nuestras posibilidades es el objetivo real de todos los días.
He aquí unos consejos para crear esta mentalidad, útiles tanto para buscar trabajo como para lanzarse al autoempleo, ya que a los 50 todavía se tiene la flexibilidad mental suficiente para aprender, así como energía para perseguir nuevos retos.
- Crear hábitos favorables. Los hábitos nos permiten ‘hacer las cosas casi sin esfuerzo’, o al menos sin un esfuerzo consciente a nivel de pensamiento. Desde que nos levantamos por la mañana hasta que nos acostamos por la noche tendríamos que tomar una infinidad de decisiones si no tuviéramos nuestros hábitos. Elegir conscientemente los hábitos ‘correctos’ para sentirnos bien y funcionar mejor puede ser una ayuda valiosa para nuestra eficacia. ¿Algún ejemplo?
- Hacer el plan para la semana siguiente permite dar prioridad a las actividades necesarias para continuar con la búsqueda, en lugar de distraerse con imprevistos de última hora o actividades de menor impacto.
- Crear un ritual para seguir el progreso de las actividades ayuda a mantenerse motivados a lo largo del camino de búsqueda de empleo.
- Planificar el tiempo para recargar pilas. El tiempo para descansar no es tiempo perdido, sino invertido para la calidad de nuestra vida y trabajo. Dedicar tiempo al descanso físico y mental, definiendo pausas frecuentes y tiempos de desconexión, nos permite mantener la lucidez y la eficacia.
- Cuidar lo que nos decimos: un diálogo interno centrado en las fortalezas es fundamental para abordar con la energía adecuada un camino de búsqueda de empleo, especialmente cuando se reciben comentarios externos desmotivadores.
- Practicar una dieta saludable con muy poca azúcar, alcohol, sustancias psicotrópicas (café, té, chocolate) ayuda a mantener ese equilibrio necesario a los senior. De lo contrario, una dieta no regulada obliga a pagar el precio de no ser tan jóvenes, en primer lugar desde el punto de vista del estrés y la fatiga de decisión.
- Dedicar tiempo a actividades impactantes como estudiar y practicar lo que se ha estudiado para desarrollar nuevas habilidades. Con la edad que avanza, se requiere enfoque y la capacidad de decidir cómo invertir el tiempo para aprovecharlo al máximo. Un curso de gestión del tiempo es útil en todos los casos, pero para mayores de 50 años puede llegar a ser imprescindible.
- Mantener el cuerpo activo es muy importante a la hora de buscar trabajo. Por un lado, debido al sesgo de simpatía: las personas en buena forma naturalmente atraen más, sobre todo si logran el ‘efecto sorpresa’, es decir, la percepción de una diferencia (positiva) entre edad y forma física mostrada. Por otra parte, seguir superando desafíos deportivos es fundamental para cultivar una mentalidad ágil y resistente al cambio.
Ya hace 2.300 años, Aristóteles hablaba de entelequia. El fin de cada persona ya está presente dentro de su propia psique: todo radica en crear los medios para recuperarlo y luego implementarlo. Quien busca su fin fuera de sí mismo, evitando conocerse bien, no sólo no encontrará su verdadero objetivo, sino que probablemente ni siquiera podrá ser feliz. Y, por cierto, la curva de la felicidad tiene forma de ‘U’: alcanza su mínimo durante la crisis de la mediana edad, pero luego vuelve rápidamente al alza.