Personas, Planeta y Beneficios, la ‘brújula moral’ de los negocios

ESG

Photo by Vlad Hilitanu on Unsplash

Las organizaciones tienen el papel, junto con los gobiernos, de abordar los desafíos del presente, como el cambio climático, las desigualdades y las divisiones políticas. La sostenibilidad y la igualdad social son el nuevo imperativo moral, cuya centralidad se expresa en el octavo objetivo de desarrollo sostenible (ESG) de la agenda de la ONU: Promover el crecimiento económico inclusivo y sostenible, el empleo y el trabajo decente para todos.

Rebecca Henderson, profesora de la Universidad de Harvard, en el libro ‘A Political Economy of Justice‘, del que es curadora y coautora, se centra en el concepto de ‘empresa con propósito’, es decir, una organización que adopta objetivos sociales, mucho más allá de la mera finalidad de incrementar los beneficios. En un mundo cada vez más caótico y polarizado, las empresas están llamadas a restablecer la ‘brújula moral’, encontrando su estrella polar en la justicia.

La sostenibilidad y la transformación desde una clave ESG (Environmental, Social and Governance) hoy es el tema central desde el nivel estratégico, no porque las organizaciones se hayan convertido en ONGs, sino porque la sostenibilidad es la nueva forma de un capitalismo más resiliente que defiende y mejora en lugar de consumir y destruir. Esta, más precisamente, debe ser la nueva ‘brújula moral’ de las organizaciones.

“Nos enfocamos en la sostenibilidad no porque seamos verdes, sino porque somos capitalistas y nos une una relación de confianza con nuestros clientes”, escribió en su habitual carta anual a los CEOs Larry Fink, número uno de Blackrock, el mayor fondo de inversión del mundo. El enfoque hacia la sostenibilidad ha evolucionado para incluir la innovación y la creación de valor.

La idea de que los negocios son, en última instancia, una empresa moral ha sido reelaborada de manera particularmente eficaz por el economista Milton Friedman, premio Nobel, y sus colegas de la escuela de Chicago. En el neoliberalismo de Friedman, el hecho de que «la responsabilidad social corporativa consiste en aumentar sus ganancias» es ante todo un mandato moral, profundamente arraigado en la creencia de que el buen funcionamiento del capitalismo es una fuente fundamental de prosperidad y libertad económica y política.

Para el empresario y el ejecutivo que hoy habla de su deber de maximizar el valor para el accionista, esto se traduce en acciones guiadas por un profundo sentido de responsabilidad moral. De hecho, la prosperidad económica sin equidad y respeto por el medio ambiente y las personas ya no tiene sentido en un mundo que ha sufrido y sufre los embates de una pandemia, las dramáticas repercusiones del cambio climático y las devastadoras consecuencias de los conflictos armados.

Por eso, hoy el líder es cada vez más una figura centrada en las personas, el ambiente de trabajo y los conceptos de humanidad. El éxito empresarial llega como una consecuencia de ello. Con la digitalización y la difusión de las conversaciones en la red, el ecosistema de stakeholders se ha ampliado enormemente y las organizaciones también se definen por sus compromisos sociales, medioambientales y de gobernanza. El impacto de sus comportamientos afecta las elecciones de los clientes y consumidores, así como la capacidad de atraer y retener inversiones y talentos.

Por lo tanto, el sentido de la responsabilidad debe involucrar todos los aspectos de la vida corporativa, incluido el clima laboral, la igualdad de género y la diversidad, tanto dentro como fuera de la empresa y con una perspectiva a largo plazo. De hecho, el negocio sostenible pretende no sólo tener un impacto positivo en el presente, sino ayudar a diseñar el futuro para que esté en línea con los valores y expectativas de todas las partes interesadas.

Los CEOs y los Consejos de Administración son conscientes del cambio que se está produciendo. El 67 % de los casi 2.000 administradores encuestados en todo el mundo en el “Global Network of Director Institutes (GNDI) 2020-2021 Survey Report” de Marsh McLennan y Advantage asegura que la pandemia instará a prestar más atención a los criterios ESG y a las cuestiones relacionadas con sostenibilidad y stakeholder value. El 39% afirma que responder a los desafíos lanzados por el llamado ‘Capitalismo de los stakeholders’ es una de las tres acciones prioritarias necesarias para enfrentar las consecuencias de las varias emergencias.

Por otro lado, el estudio de Mercer “Global Talent Trends 2020-2021» destacaba preocupaciones similares a nivel de organización. El 71% de las empresas europeas (frente al 61% de Norteamérica y el 67% de Asia Pacífico) declaraba que los criterios ESG ocuparían el centro de su actuación en 2021.

En este escenario, se insertan nuevos factores para medir la sostenibilidad de una inversión, declinados a través del concepto de ‘Triple Bottom Line’ o ‘Personas, Planeta y Beneficios’ (PPB). Optar por medir, registrar e informar sobre las políticas de sostenibilidad significa promover una forma más transparente y responsable de operar, lo que asegura beneficios evidentes.

  • Mejorar la reputación al demostrar un compromiso concreto con los temas ESG (ambientales, sociales y de gobernanza), superando los límites del greenwashing.
  • Construir un modelo de negocio más sólido y resiliente operando una Gestión de Riesgos más eficaz que tenga en cuenta los efectos de la dinámica socioambiental en todas las fases y procesos del negocio.
  • Involucrar a la organización en la recopilación periódica de datos relacionados con el progreso de la gestión, con la consecuencia de implementar un seguimiento más granular y una mejora continua del desempeño.
  • Identificar y reducir ineficiencias y desperdicios, en beneficio de los resultados económicos y financieros.
  • Ayudar a identificar amenazas y oportunidades de negocio a través de una evaluación más cuidadosa del ecosistema socioambiental de referencia.
  • Acceder a una gama más amplia de financiamientos privados, por ejemplo, aquellos que se encuentran dentro del alcance del Impact investing.
  • Reducir las cargas financieras al poder contar con inyecciones de recursos públicos (fondos europeos o nacionales) y al operar una gestión de riesgos más completa.
  • Ampliar la base de clientes abriéndose a nuevos mercados o nichos de consumidores más atentos al impacto ambiental y social.
  • Crear un elemento diferenciador sólido y duradero. La atención a los temas de sostenibilidad es, de hecho, un denominador común de las empresas más exitosas en este período histórico.

El impacto de las actividades ESG en el ambiente laboral también es una fuente de ventaja competitiva en un mercado donde el talento es un recurso cada vez más escaso, como revela el estudio Marsh McLennan Advantage. Esta ventaja aumentará a medida que crezca el porcentaje de Millennials y Gen Z en la fuerza laboral. Estas generaciones otorgan mayor importancia a las cuestiones ambientales y sociales que sus predecesoras y esperan un compromiso concreto por parte de los empleadores.

Solo regenerando un capitalismo consciente y una cultura del ser humano más allá del hacer y el tener podremos aspirar a la consecución de los ambiciosos objetivos de la Agenda 2030. Las organizaciones que quieran seguir siendo relevantes y competitivas en el futuro están llamadas a abrazar la sostenibilidad en todas sus formas, incluida la participación en los grandes desafíos de nuestro tiempo. Y, posiblemente, en la construcción compartida de una solución.

De hecho, cuando se trata de responsabilidad, no hay que olvidar la sugerencia que nos ofrece la misma etimología de la palabra: responsabilidad es ‘la capacidad de dar respuestas’. El valor va más allá de lo monetario y se convierte en una cuestión de conocimiento, experiencia, aspiraciones e impacto social: es posible trabajar en iniciativas sostenibles en torno a los temas que importan. Y, sobre todo, mantener la interacción humana.