El mundo disruptivo es perfecto para el liderazgo femenino

En un mundo en el que el entorno y las empresas cambian rápidamente, los líderes de todos los niveles comienzan a darse cuenta de la importancia de adoptar actitudes disruptivas para aumentar sus probabilidades de éxito. Desde el empleo de nuevas tecnologías, a modelos empresariales que aprovechen o persigan la agilidad y flexibilidad de las startup.

Abrazar la disruption con una serie de iniciativas de cambio será un aspecto crítico para el éxito de cada líder. De hecho, las tendencias disruptivas continuarán creando oportunidades para que las organizaciones desarrollen rápidamente nuevas capacidades y obtengan una ventaja competitiva en sus mercados.

En este nuevo escenario es imprescindible la formación del talento presente y la creación y selección del talento futuro. Pues bien, el primer grupo de talento a los que se debe prestar atención para liderar esta nueva fase es el de las mujeres.

Para crear un liderazgo para el futuro, las organizaciones deben ser capaces de retener el talento femenino, cuya primera demanda es la misma que la de las nuevas generaciones: flexibilidad. Las políticas de trabajo flexible y la conciliación deben ser la norma y con las prácticas de trabajo modernas y remotas no hay ninguna razón por la cual los líderes no deban aceptarlas.

Catalyst, la organización sin fines de lucro, revela que en la actualidad las mujeres solo representan el 5,8 por ciento de los CEOs de las 500 empresas de Standard and Poor’s. La desigualdad de género es especialmente marcada en el espíritu empresarial, la tecnología y la innovación. Prejuicios y antiguos patrones mentales aún marcan los destinos formativos de las mujeres, que, especialmente en Europa, optan poco por los estudios científicos y tecnológicos.

A pesar de la existencia, e insistencia, de estas barreras culturales, hoy en día las mujeres lideran cambios disruptivos en una variedad de sectores. Pero no es suficiente.

El Peterson Institute for International Economics revela que «tener más mujeres líderes en los negocios puede aumentar significativamente la rentabilidad». El informe¿Es la diversidad de género rentable?‘ establece que una organización con un 30% de mujeres líderes podría sumar hasta 6 puntos porcentuales a su margen neto.

Las mujeres líderes proporcionan un ambiente de trabajo saludable, con un alto coeficiente emocional, de empatía y compasión, que son las cualidades claves para el nuevo mundo del trabajo. Esas soft skills que tenemos que acostumbrarnos a considerar hard skills. Estas características, típicas del liderazgo femenino, son bastante coherentes con las experiencias de educación y socialización que la mayoría de las mujeres han tenido (se les anima a colaborar, escuchar, usar habilidades sociales).

El estilo de liderazgo apropiado depende del contexto. Pero es cierto que en las organizaciones modernas, un estilo de liderazgo no coercitivo, basado en el trabajo en equipo y la construcción de relaciones, más humilde, generalmente funciona mejor. Ese estilo recuerda algunas características consideradas femeninas o que, en general, las mujeres adoptan con más naturalidad.

Colaboración, flexibilidad, mediación y escucha son habilidades adecuadas para generar cambios e innovaciones. Además, las mujeres tienden a verse a sí mismas como el centro de una red en lugar de como el vértice de una pirámide. La red es precisamente la estructura que marca las organizaciones más disruptivas y exitosas.

Dicho esto, las características del liderazgo femenino no son exclusivas de las mujeres y en los nuevos modelos empresariales este estilo ha roto definitivamente el techo de cristal. El riesgo, sin embargo, es que una vez más sean las mujeres quienes no lo rompan y que los puestos de responsabilidad acaben ocupados por hombres que adoptan un estilo de liderazgo femenino…

El estilo de liderazgo depende de muchos factores, no solo el género de pertenencia. La cultura del país, de las organizaciones en las que trabajamos y hemos trabajado, o la posición ocupada son ejemplos de variables que contribuyen a la formación de nuestro estilo de liderazgo. Por tanto, debemos tener cuidado y no crear un estereotipo del liderazgo femenino que las mujeres se sientan obligadas a cumplir. La evolución más deseable sería la de la indiferenciación y la intercambiabilidad. Una sociedad donde la igualdad es la norma.

Desde un punto de vista pragmático y de negocios, existe una clara razón por la cual las mujeres ‘deben emprender’: la necesidad de ampliar la oferta del mercado. En la lista Fortune 500 hay más CEOs llamados John que mujeres CEO. Es sólo una de las muchas maneras de mostrar que casi todo lo que compramos hoy en día, usamos, aprendemos, vemos, ha sido diseñado por hombres que pensaban en hombres (o en mujeres vistas a través de una mirada masculina).

Las mujeres son el mayor mercado sin explotar en el mundo. ¿Algunos ejemplos?

1) Los primeros airbag fueron probados con maniquíes de hombres adultos y eran insuficientes para salvar a mujeres y niños (de hecho les mataban), y así sucedió hasta 2011;
2) Los productos tecnológicos más innovadores, pensados para medir cualquier parámetro fisiológico acerca de la actividad física, no consideran la existencia del ciclo menstrual;
3) Aunque las mujeres influencian el 85% de las compras, solo el 2% de los fondos de capital de riesgo se destinaron a mujeres en 2017 (frente al 15% en 2015);

Por tanto, las mujeres gastan mucho (14 billones de dólares al año sólo en los Estados Unidos) pero nadie les ofrece servicios exclusivos. ¿Qué ocurriría si las mujeres comenzaran a crear productos para las mujeres? Que cada producto sería potencialmente una innovación disruptiva, destinada al éxito porque su mercado ya está allí, listo, esperando.

Es este, entre muchos otros, el valor añadido que las mujeres pueden y deben aportar a la empresa. No solo pueden mejorar las reglas y el campo de juego actual gracias a sus características, sino que también pueden mostrar campos de juego completamente nuevos.

Los protagonistas del mundo de los negocios pasaron de ser hombres trajeados de mediana edad a estudiantes que abandonaron la universidad con sudaderas con capucha. Todo apunta a que pronto llegará otro cambio en el que las protagonistas serán las mujeres.