Las guías y los decálogos ciertamente no son lo mejor para profundizar los conceptos, pero, en la era de la comunicación digital y de los 140 caracteres, pueden ayudar a establecer algunas ideas clave. Y el coaching puede beneficiarse mucho de este enfoque.
Primero quiero considerar 6 consejos relacionados con la responsabilidad que inviste a cualquiera que sea reconocido como líder. Aunque evidentemente no sean suficientes para convertirse en un líder mejor, representan un buen punto de partida:
1. Ser auténtico: sé orgulloso de lo que eres y construye unos ecosistemas a tu alrededor que puedan apoyar tu visión del mundo.
2. Define con claridad tu visión y comunícala a los que podrían encontrarla interesante: decide de antemano que características deben tener esas personas y dirígete a ellos. No hagas caso a los demás.
3. Rompe con lo que sabes: el mundo está en rápida y constante transformación. Por tanto, es necesario partir de lo que sabes y utilizarlo para explorar nuevas posibilidades.
4. Acepta ser vulnerable: el fracaso no le gusta a nadie, pero es esencial para crecer. Nunca vas a entender cuáles son tus límites si no corres el riesgo de equivocarte haciendo nuevas experiencias.
5. Sé generoso con tu comunidad: comparte con tus seguidores lo que haces, y también lo que aprendes (sin preocuparte por alcanzar la perfección). Permite a los demás compartir tu visión y agradéceselo cuando lo hacen.
6. Dale tiempo al tiempo: el tiempo puede ser una herramienta poderosa para el cambio, pero la credibilidad se construye con paciencia.
Además de establecer los fundamentos, la ambición de un buen coach de liderazgo es la de hacer crecer a sus potenciales líderes. Para llevar a cabo este movimiento hacia adelante, el consejo, «madre de todos los consejos”, sigue siendo el de salir de nuestra zona de confort, porque sólo enfrentándose a dificultades inéditas, el líder podrá adquirir nuevas habilidades o reforzar las que ya tiene.
Con respecto a esas nuevas habilidades, merece la pena leer un artículo de Tim Leberecht (publicado en la web de Fortune), que, de forma un poco sorprendente, explica lo que los empresarios deberían aprender de los artistas. El autor hace hincapié en el valor añadido que el enfoque «artístico» puede tener sobre todo para aquellos que deciden tirarse de cabeza en una nueva aventura empresarial y también para cualquiera que tenga que operar en el complejo panorama de la organizaciones. Entre estos consejos, 6 voces me parecen particularmente importantes. Cada vez que lees «artistas», considera que ponga «líderes».
1. Los artistas siempre son neófitos, tienen la capacidad de mirar el mundo cada vez con ojos nuevos. Siempre en busca de conexiones inusuales entre las cosas, viven en la constante invención y reinvención de sí mismos, reasignando sentido a las cosas. En una palabra: innovan.
2. Los artistas son expertos de la condición humana, lo que significa que saben escuchar a los deseos, necesidades y emociones de los demás, entrando con ellos en una relación empática.
3. Los artistas confían en sus intuiciones. En una época marcada por el BigData, no hay que subestimar el poder que aún tiene la intuición de descubrir conexiones ocultas entre las cosas de una manera más rápida y más profunda que cualquier flujo de información en tiempo real.
4. Los artistas son pensadores interdisciplinarios, que saben cómo moverse entre las diferentes áreas. De esta manera, aprenden a «conectar los puntos» entre elementos aparentemente muy distantes entre ellos. Es decir: estrategia.
5. Los artistas son fantásticos storyteller. Todo lo que hacemos puede ser contado, incluso el hecho de decidir contarlo.
6. Los artistas son apasionados de su trabajo. Esto significa, entre otras cosas, que creen en ello y no se rinden tan fácilmente frente a un obstáculo.
Después de haber asegurado los fundamentos y ampliado nuestras habilidades, tendremos que pasar de las palabras a los hechos. Y la primera acción a tomar siempre es la de establecer un objetivo.
Si no somos capaces de identificar nuestros objetivos, trabajaremos en la dirección equivocada y nos daremos cuenta sólo cuando ya habremos invertido tiempo y recursos valiosos.
Entonces, ¿cómo debería ser un buen objetivo? He aquí 5 claves.
1. Claro. Esta es la regla de oro: si un objetivo no está claro no será entendido. El riesgo consiste en sentar las bases para un mar de incomprensiones en la evaluación de las acciones a emprender.
2. Medible. Si mi objetivo será específico y cuanto más cuantificable, ya estaré en el buen camino, porque podré identificar los criterios a seguir para determinar, al final del proceso, si habré trabajado bien y en la dirección correcta.
3. Compartido. Un proceso de colaboración tiende a promover la implicación de los empleados. Por otra parte, el objetivo será más realista, si será identificado con la ayuda de aquellos que están más en contacto con los problemas del trabajo diario.
4. Significativo (para la organización). Mejor si el objetivo está en consonancia con los planes de la organización, ya que esto reduce los riesgos de trabajar en una dirección estratégica equivocada.
5. Ambicioso pero alcanzable. Es bueno que un objetivo sea un poco desafiante, pero si no es realista, será muy difícil de alcanzar y podrá producir frustración y sensación de impotencia.
Las acciones son nuestra forma de actuar sobre el mundo, pero no hay que olvidar que nuestras palabras tienen el poder de influir de una forma igualmente profunda sobre las personas que nos rodean, a menudo orientando su conducta.
Entre las cosas que un líder debería aprender a decir o preguntar a sus colaboradores están:
1.»¿Qué opinas?». Sobre la importancia de la escucha.
2.»No». Sobre la responsabilidad que el líder debe asumir para bloquear conductas que violen los valores y principios empresariales.
3.»No lo sé». Sobre la capacidad de admitir los propios límites.
4.»Gracias». Ningún líder hace nada solo y nunca tiene que olvidar que está insertado en un ecosistema que no trabaja para él, sino que gracias a él (o ella, por supuesto) y al trabajo de muchas otras personas.
La principal tarea del líder consiste en mirar la realidad por como es, y no por como le gustaría que fuera. Para citar a Max Dupree, (Leadership is an Art): «La primera responsabilidad de un líder es la de definir la realidad. La última es dar las gracias. Entre estos dos momentos, el líder es un servidor».