Cuando se pierde un trabajo, más allá de la preocupación obvia, inmediata y práctica por la situación económica, también aparecen otras consecuencias más profundas. Los primeros estudios sobre los efectos psicológicos de la pérdida de empleo se remontan al período entre las dos guerras mundiales y se han intensificado en los últimos años de crisis.
Las primeras investigaciones se centraron en la percepción y los efectos del riesgo de pobreza, pero pronto se empezó a notar como éste no es el primero de los problemas. Al perder su trabajo, a menudo las personas presentan síntomas tales como alteraciones del sueño y el apetito, caídas del nivel de autoestima o aumentos del pesimismo, así como un empeoramiento de la condición física en general.
Se produce también un mayor número de diagnósticos de ansiedad y depresión. En resumen, el despido es un momento que debe ser tratado con mucho cuidado, tanto por los que lo deciden, como por los que lo sufren.
Los sentimientos de inadecuación y fracaso, así como una fuerte sensación de injusticia, pueden complicar mucho la aceptación de la nueva situación. Un momento de sufrimiento e ira es inevitable. Es oportuno tomarse un tiempo para recuperar motivación y energía: no hay ningún problema en tener y mostrar emociones, lo importante es lo que se hará después.
Un estudio publicado en la revista Journal of Neuroscience, Psychology and Economics ha mostrado que los trastornos psicológicos por un despido son a corto plazo y normalmente no superan el año, mientras que los efectos a largo plazo son muy limitados. La resiliencia, es decir, la capacidad de adaptarse a un nuevo equilibrio, no sólo sobreviviendo si no mejorando la situación, la flexibilidad y la capacidad de reaccionar marcan la diferencia.
Después del shock inicial, debemos volver a tomar el control de nosotros mismos. Ganar a la apatía y al miedo al vacío es de suma importancia. El abismo abierto por el tiempo disponible que ganamos cuando se pierde un trabajo, puede ser aterrador, especialmente para los que están acostumbrados a llenar sus días de trabajo. El tiempo libre, sin embargo, debe convertirse en un valioso aliado para reinventarse.
A menudo, quienes pierden su empleo se lanzan en la búsqueda de un nuevo trabajo de modo desordenado, actualizando Linkedin inmediatamente y enviando currículums masivamente y sin criterio. Sería mucho mejor utilizar el tiempo disponible de una manera más racional, en primer lugar, para reelaborar lo ocurrido y valorar fríamente causas y consecuencias: ¿Nos hemos equivocado en algo? ¿Podemos mejorar? Sin culparnos ni martirizarnos sino aprendiendo.
La búsqueda de empleo es un verdadero empleo, cuyas bases deben ser la organización y la planificación. Estos dos ingredientes deben ser apoyados por una mentalidad basada principalmente en el hacer, estimulada por un pensamiento positivo y concreto, enfocado hacia el objetivo final, que es el de encontrar un trabajo, no sólo el trabajo que necesitamos sino el trabajo que queremos. En primer lugar, tenemos que entender qué queremos hacer. ¿Queremos hacer las mismas cosas de antes, incluso en el mismo cargo, o preferimos cambiar, nos apetecen más otras cosas?.
Por otra parte un análisis de aquello que el mercado nos reconoce será util para encontrar el mejor encaje entre lo que queremos ( nos apetece ) y aquello por lo que nos pueden pagar.
Una vez actualizado el cv, se debe mantener una actitud decidida, segura y profesional. Hace falta mantenerse al día con las tendencias del mercado, formarse e informarse acerca de la compañía con la que nos gustaría mantener una entrevista, sin hablar mal nunca de la organización de la que nos despidieron ya que eso crea una impresión muy negativa.
Otra manera de volver a la pista cambiando las reglas del juego, consiste en inventarse el nuevo trabajo. Si tenemos una idea, un sueño y una pequeña cifra ahorrada, podríamos abrir una actividad solos o con socios. Sin lanzarse al vacío, sino estudiando un plan de negocios detallado. Ahora deberíamos tener el tiempo de hacerlo, un lujo que mientras se trabaja es complicado de conseguir.
Para los profesionales de más de 40 o 50 años las estrategias se vuelcan principalmente en la posibilidad de abrir una actividad autónoma y asistir a cursos de formación, mientras que los menores de 30 años es posible que quieran mejorar sus skills, aprendiendo otro idioma o participando en prácticas interesantes. Muchos temen que el tiempo de inactividad pueda tener un impacto negativo en su capacidades, cuando en realidad puede ser una magnífica oportunidad para adquirir nuevas habilidades y ser más competitivos.
Un buen consejo es el de estar abiertos a oportunidades de empleo fuera de nuestro sector. Actualizar nuestro perfil de LinkedIn cuando ya tengamos claro lo que queremos y todas las plataformas que podrían proporcionar contactos útiles es hoy una necesidad. Debemos ser sobre todo proactivos y comunicar a cuantas más personas posibles nuestra voluntad de tener nuevas experiencias y proyectos.
En una sociedad que está acostumbrada a identificar a las personas con su trabajo, cuando ese trabajo se pierde parece que se pierde la identidad, sin mirar a lo que somos de verdad. No hay nada más erróneo: nosotros somos nuestros intereses, nuestras pasiones y nuestros pensamientos, sobre todo y en primer lugar.
Segunda parte: Cómo comunicar un despido