La realidad se puede organizar en frames (marcos), atajos cognitivos que nos ayudan a dar sentido a la información compleja y a interpretar el mundo que nos rodea, a representarlo y organizarlo en categorías coherentes y comprensibles.
El significado de toda experiencia depende del marco en el que se inserta y una de las claves del éxito es encontrar el contexto más útil para cada experiencia, para poderla convertir en algo que opere en nuestro beneficio y no en contra de nosotros.
Los líderes tienen que ser capaces de mirar las circunstancias a las que se enfrentan desde distintas perspectivas, replanteando las situaciones para entender lo que realmente está pasando y tratarlas de manera efectiva. Una vez alcanzada la capacidad de interpretar todos los marcos disponibles, el líder debe transformarse en un constructor de nuevos marcos: leer el mapa y narrar nuevos escenarios a través de un liderazgo simbólico que encarne los valores de un equipo u organización.
De hecho, las percepciones tienen carácter creativo. En otras palabras, si percibes un evento como negativo, este será el mensaje que transmitirás a tu cerebro, que a su vez producirá acciones que harán de esta percepción una realidad.
En cambio, ninguna experiencia es buena o mala en sí misma, sino que depende del ‘marco’ en el que se inserta. Si se cambia el marco o el contexto, el significado de la experiencia también muda inmediatamente. Es el re-framing, cuya finalidad es el envío al cerebro de estímulos diferentes y potenciados para que afecten positivamente al estado de ánimo y a los comportamientos asociados: Lo importante no es lo que sucede si no lo que nos decimos que sucede.
En el mundo laboral, en los procesos de gestión de conflictos, mediación, negociación o solución conjunta de problemas, la gestión explícita de los marcos y el proceso de encuadre pueden dar lugar a cambios importantes que deben ser gestionados y aprovechados para aclarar la percepción de las cuestiones en controversia, afinar la comprensión de los intereses de las partes implicadas e identificar aquellos temas que esas partes ven de manera diferente.
En general, el re-framing se activa replanteando el contexto o el contenido. En el primer caso, hay que preguntarse en qué otro contexto un comportamiento considerado negativo puede ser útil. Al hacerlo nos encontramos con la utilidad escondida de este comportamiento y, al cambiar la perspectiva, cambiarán también las reacciones. En el segundo caso, la pregunta busca qué otro significado podría tener este comportamiento si el contexto permanece invariado.
Las preguntas que debemos hacernos para trabajar en esta dirección son:
¿Cuál es mi objetivo y, este punto de vista me sirve para lograrlo?
¿Hay un marco más amplio (o diferente) en el cual este comportamiento sería útil?
¿En qué contexto es útil la experiencia que me ha ocurrido?
¿Qué otra cosa podría significar este evento?
En el siglo pasado nacieron muchas corrientes filosóficas que abrazan el pensamiento positivo, según el cual pensar con optimismo determina el estado de las cosas. Por supuesto, tener una actitud positiva ayuda a crear un entorno mejor y también permite tomar decisiones más consideradas. No obstante, el objetivo no es mirar el mundo a través de «las gafas de la felicidad», según lo sugerido por algunos divulgadores, sino, más bien, encontrar una interpretación positivamente realista y coherente con lo que se quiere lograr.
«Todo lo que sentimos es una opinión, no un hecho. Todo lo que vemos es una perspectiva, no es la verdad«, decía el emperador Marco Aurelio. Nuestras creencias, nuestra experiencia, incluso nuestro nivel de azúcar en la sangre o el estado de ánimo en el que nos encontramos, son factores que influyen en nuestra percepción de las circunstancias, no sólo las del presente y futuro, sino también las del pasado: existen muchas personas que confunden su imaginación con su memoria…
Los eventos o las circunstancias no son buenas o malas, sino que es nuestro punto de vista y la forma en que interpretamos los acontecimientos que los hacen buenos o malos. Algunas personas aman la nieve y otros odian el frío, pero el invierno en sí mismo no es bueno, ni malo.
Una vez establecido que no existe un significado único y universal de las cosas, tendremos la posibilidad de cambiar la interpretación de los eventos. Si es cierto que no siempre podemos cambiar lo que sucede a nuestro alrededor, sin embargo, sí podemos cambiar nuestra manera de pensar y sentir, a través de lo que en la programación neuro lingüística se llama «el poder de la reestructuración», es decir, el re-framing.
Es cierto que la mayoría de nosotros encuentra más fácil descargar sus ansiedades y tristezas en el mundo que les rodea, viendo en ello la concentración de todos los males, sin tomar nunca ningún tipo de responsabilidad. El punto focal de todo es, sin embargo, darse cuenta de que nosotros somos los responsables de cómo interpretamos lo que nos sucede. Por lo tanto, no sería erróneo afirmar, en términos generales, que nuestros pensamientos crean nuestra propia realidad. No voy a permitir que el loco de la bocina de primera mañana me arruine todo el día, yo tengo el control sobre mi estado de ánimo.
Al desarrollar las habilidades de re-interpretación, aprendemos a actuar de una manera más potente y a responder más positivamente a los acontecimientos, llegando también a influenciar a los demás. A través del re-framing, se eliminan las barreras de las antiguas y rígidas percepciones y se gana flexibilidad y opciones sobre cómo responder ante el presente y el futuro.
Recordemos siempre que nosotros llevamos el timón. Nosotros gobernamos nuestro cerebro y nosotros producimos los resultados que obtenemos.