«Por ejemplo, me sorprende cada día más lo poco que estamos preparados emocionalmente para responder a los retos de la vida. Uno puede ser experto en aeronáutica, y haber dedicado largos años de formación a la matemática más sofisticada, y, al mismo tiempo, ser un profundo ignorante en el trato con los demás, y, peor aún, un ignorante dañino en el cuidado sentimental de aquéllos a los que justamente más quieres. Puede que tengas motivaciones profesionales muy extremas que mueven tu motor, pero algún día ese motor sacude inesperadamente tu vida y te deja desnudo de sentimientos y estancado en lo que alguien ha denominado el fracaso del ganador«.