La frustración y la envidia generan rivalidad tóxica, la humildad y la colaboración cooperativa promueven una competitividad sana

humildad y colaboración

Por Braden Collum en Unsplash

Nuestra sociedad parece, a menudo, basada en la búsqueda de la perfección que impregna cada etapa de la vida, provocando ansiedad y estrés. El aspecto colaborativo pierde relevancia bajo los golpes del individualismo: «Vivimos en la era de la envidia”, escribieron hace unos años dos profesores de la Universidad de Michigan en un artículo mencionado por el periódico inglés The Guardian.

Un estudio del National Institute of Mental Health de EE.UU, ya en 2012, destacó que Facebook influye en la comparación con los demás. En las redes sociales, en general, la vida de muchas personas parece perfecta, cuidada y envidiable y la teoría de la competencia social (elaborada por los psicólogos Tajfel y Turner) explica que la respuesta a este tipo de representaciones suele ser una depresión involuntaria, debida a la percepción de que los demás están teniendo más éxito que nosotros.

La OMS-Organización Mundial de la Salud registra cada año una pérdida de aproximadamente 1.000 mil millones de dólares debido a factores como la ansiedad y la depresión, lo que se refleja en las 12 mil millones de ausencias anuales del trabajo relacionadas con el malestar psicológico. Según una encuesta realizada por el McKinsey Health Institute, el 22% de los trabajadores a nivel mundial experimenta síntomas de burnout.

La solución para lidiar con esta epidemia es apostar por un entorno laboral sano, conscientes de que el trabajo no es solo la sede física donde se lleva a cabo la actividad, ni las tareas a desempeñar, sino, sobre todo, las relaciones que se desarrollan en ello y para cuya correcta gestión es necesario ser conscientes de uno mismo y de los demás. Para lograrlo, el requisito indispensable es la humildad.

De hecho, los líderes humildes se cuestionan y saben que el error no es un enemigo a temer. Al revés, liberar el error y convertirlo en un habilitador genera creatividad y competitividad sana, mejorando la calidad del desempeño. Por otro lado, fomentar la voluntad y la capacidad de aprender de los demás, con humildad, sin tratar de menospreciar o sabotear el éxito de otros, produce resultados y lleva a lo que se puede definir una competencia cooperativa.

La competencia cooperativa permite construir un equilibrio sano, donde se reconocen los logros individuales sin promover rivalidades despiadadas; ayuda a establecer objetivos y criterios de éxito transparentes para que los empleados comprendan lo que se espera de ellos sin presiones innecesarias; fomenta una cultura en la que el éxito individual contribuye a los resultados colectivos, destacando la importancia de la colaboración y los objetivos compartidos; crea una atmósfera en la que los empleados se sienten apoyados en lugar de amenazados por sus colegas; favorece el mentoring y el aprendizaje mutuo y permite abordar de manera oportuna cualquier señal de competencia excesiva, conflictos o estrés.

En todas las organizaciones las tensiones existen y no se deben evitar todos los conflictos, sino gestionarlos para que de las ideas divergentes puedan nacer nuevos estímulos que permitan pensar y ver las cosas desde perspectivas diferentes. Esto favorece la creatividad, la innovación y la productividad y es lo que permite la implementación de la armonía organizativa.

Frenar demasiado la competitividad, de hecho, puede llevar a la mediocridad. Eso sí, debe frenarse cuando los conflictos superan los beneficios, al generar un entorno negativo y más estrés del necesario, aceptando que una cuota de estrés es inevitable y hay que asumirla. En este sentido, decimos que el equilibrio es clave: hay que promover desafíos sin permitir que la competencia se convierta en individualismo extremo o en conflicto estéril.

Las organizaciones pueden aprovechar los aspectos positivos y mitigar los negativos asociados con la competitividad siguiendo diferentes estrategias:

1. Fomentar la colaboración a través de la competencia

Time Off: algunas empresas permiten a sus empleados dedicar el 20% de la semana laboral a proyectos de su elección. Esta iniciativa promueve la innovación ya que anima a los individuos a explorar sus ideas, fomentando una competitividad sana entre los equipos a la hora de desarrollar productos innovadores.

2. Reconocimiento y premios por el rendimiento

Muchas empresas utilizan el marco V2MOM (Visión, Valores, Métodos, Obstáculos, Medidas), un sistema que enfatiza el reconocimiento y las recompensas para quienes alcanzan o superan sus objetivos, lo que promueve una competitividad sana y mantiene a todos alineados con la visión de la empresa.

3. Gamificación de las métricas de rendimiento

Microsoft ha creado un sistema de clasificaciones con elementos de gamificación para rastrear el rendimiento de ventas en tiempo real. De esta forma consiguió aumentar la motivación de los equipos y fomentar una competencia amistosa, mejorando al mismo tiempo los datos generales.

4. Definición y comunicación transparente de objetivos

Cada vez más empresas implementan objetivos y resultados clave (OKR) a nivel organizacional. Este sistema garantiza la transparencia en la definición de objetivos y permite a los empleados ver cómo sus esfuerzos contribuyen a los objetivos colectivos, promoviendo una competitividad sana para alcanzar estos resultados comunes.

5. Programas de desarrollo para empleados

Diversas organizaciones pagan para formación de sus empleados en sectores de alta demanda. Esto fomenta un entorno competitivo ya que invita a invertir en el desarrollo personal, aumentando así las competencias y la competitividad en el mercado laboral.

6. Retos entre equipos interfuncionales

Existe la opción de organizar desafíos internos que reúnen a empleados de diferentes departamentos para resolver problemas complejos. Esta estrategia fomenta la colaboración y la competitividad sana entre equipos, promoviendo la innovación y eliminando los silos.

7. Mentoring y compartición de conocimientos

Cada vez más organizaciones implementan un programa en el que los empleados más jóvenes actúan como mentores de los ejecutivos senior en temas como tecnología, redes sociales y nuevas tendencias. Esta iniciativa promueve un entorno competitivo positivo alentando la compartición de conocimientos y la colaboración entre generaciones dentro de la empresa.

La competitividad sana está conectada con nuestro nivel de auto conciencia, porque nos permite establecer metas alineadas con nuestras motivaciones intrínsecas, a su vez relacionadas con pasiones y objetivos que consideramos importantes y estimulantes. Esto influye positivamente en nuestra productividad, ya que nos impulsa a mejorar constantemente sin sobrecargarnos de compromisos excesivos y generados por elementos externos.

Las personas guiadas por un sentido de competitividad equilibrado son conscientes de su propio valor, independientemente del éxito alcanzado, por eso están dispuestas a ponerse a prueba con humildad y confianza, aceptando posibles fracasos. Las personas atrapadas en una rivalidad tóxica, sin embargo, perciben los resultados negativos como una prueba irrefutable de su falta de valor como profesionales y, a menudo, como personas. Así, el miedo al fracaso crea una situación de estancamiento, en la que el deseo de alcanzar los objetivos es motivado solo por el reconocimiento de los demás y no por una motivación intrinseca, lo que, a menudo, conduce a pensar de no ser nunca suficientes.